
Tito M.
21 junio, 2012WOD – Viernes 22.06.2012
22 junio, 2012Hace ya casi un año que empecé con CrossFit y aún conservo en mi memoria de una manera muy fresca, el primer día que entre en CrossFit Tracius. Aún recuerdo ese primer día, porque se ha convertido en uno de los días más importantes de mis 30 años de vida… un día en el que volví a tomar el control sobre mi cuerpo (un poco… bastante dejado de lado por un trabajo sedentario y el aburrimiento de un gimnasio convencional) pero sobre todo un día del que mi salud siempre estará agradecida.
Recuerdo con nitidez entrar en CrossFit Tracius y ver a Sara impartiendo una clase de Kettlebells y darme cuenta que aquel gimnasio era distinto… era espartano, no había máquinas, no había televisores y sobre todo, no había gente que no estuviera dándolo todo en su entrenamiento. Y entonces, apareció Fran, al que le pedí información ya que lo único que conociá por entonces de esta forma de entrenar era lo poco que había visto por internet y comentarios de algún amigo.
De esta conversación hubo una frase que se me quedó grabada «El CrossFit es para todas las personas… pero no todas las personas están hechas para el CrossFit» Frase que resume una gran filosofía de trabajo y que se puede comprobar en cada una de las clases y en cada uno de los entrenamientos que hacemos.
A la semana siguiente empecé las clases y aún habiendo sido una persona que ha practicado un sinfín de deportes como fútbol, baloncesto, karate, boxeo…. la cantidad de agujetas y dolores músculares que tuve fueron increibles… sin embargo, hubo una cosa inesperada, se volvió a encender en mi una chispa que llevaba mucho tiempo apagada, la competitividad (pero la mejor competitividad de todas, que es la que se tiene con uno mismo por ser mejor, por cada día dar más, cada día hacerlo mejor que el anterior….)
Como he dicho antes, de esto hace casi un año, y en este tiempo he conocido a personas excepcionales (tanto entrenadores como compañeros) he conseguido hacer ejercicios que jamás hubiera pensado posibles para una persona como yo, a alimentarme de una manera mucho más saludable… pero sobre todo he aprendido a saborear el placer del esfuerzo, de darlo todo en el entrenamiento diario y a pensar que con esfuerzo y mucho trabajo hasta el ejercicio más imposible es alcanzable.
Y termino agradeciendo a Fran, Sara y Víctor todo su esfuerzo en enseñarme a sacar lo mejor de mí en cada uno de los entrenamientos y no me quiero olvidar de agradecer a todos y cada uno de los compañeros (que ya se han convertido en familia), ya que sus ánimos te hacen dar siempre un poco más de lo que tú mismo crees posible.»